Estamos en plena fiebre de JJOO, todo gira en torno a las medallas que cada país consigue teniendo como medio a sus deportistas. Cuando uno piensa en el alto rendimiento, un deportista olímpico parece que viene como anillo al dedo, ¿no es cierto? Personas preparadas, físicamente casi perfectas, titanes capaces de alcanzar proezas inimaginables para cualquiera. Sin embargo, todos tenemos nuestro talón de Aquiles, nuestra mente.
En estos Juegos Olímpicos, estamos viendo más que nunca los devastadores efectos que el estrés y la ansiedad pueden tener sobre las personas y su rendimiento. Grandes deportistas como Naoki Osaka o Simone Biles, favoritas en su disciplina y referentes mundiales, se han visto obligadas a abandonar para preservar su bienestar frente a los efectos de altos niveles de estrés, sin ser conscientes de sus efectos acumulativos y, por tanto, a los que no han conseguido hacer frente en estas Olimpiadas. El efecto acumulativo da lugar a mucha presión y estrés. El problema, es que estos factores no van a desaparecer de repente. De hecho, van a seguir y llegar a ser aún más omnipresentes en la vida de las personas.

¿Por qué algunos dominan y repiten campeonatos una y otra vez?
Las principales diferencias son el autocontrol fisiológico y mental, y como consecuencia la capacidad de estar en la zona óptima, para centrarse en el presente sin pensar en el pasado o en el futuro, para concentrarse sólo en lo que se está haciendo. Es muy importante el rendimiento del día a día de un deportista y los mejores resultados se obtienen con el enfoque en el momento. Los deportistas de élite son excepcionalmente buenos en esto. Sin el dominio de estas habilidades, los deportistas no pueden aspirar a repetir y sostener un rendimiento excepcional bajo presión, sin las consecuencias negativas inevitables sobre la efectividad individual, de equipo, de la organización, o de la propia salud y bienestar.
La mayoría de los deportistas profesionales, están de acuerdo en la importancia que tiene dominar el aspecto interno del deporte (respuestas fisiológicas y mentales) mediante la maximización de la motivación, la concentración y la fortaleza mental. Grandes deportistas reconocen periódicamente la importancia del entrenamiento mental y la necesidad de reforzar sus capacidades mentales y fisiológicas para llevar a cabo el máximo potencial y la gestión de las adversidades de su vida diaria.
En el ámbito deportivo encontramos múltiples ejemplos de reacciones de ansiedad por parte de deportistas, así como de situaciones susceptibles de generar esas respuestas, como hemos visto recientemente en estos Juegos Olímpicos. No obstante, estas respuestas no son exclusivas del deporte, en nuestra vida diaria o en el ámbito empresarial nos podemos encontrar con la misma problemática, incluso a diario.
Los deportistas y empresarios tienen vidas caracterizadas por agitados horarios que incluyen largas jornadas de trabajo y múltiples competencias en sus calendarios. Los cuerpos de estas personas son tal vez empujados a límites sobrehumanos en muchas ocasiones. No es sorpresa entonces que los aspectos mentales también sufran las consecuencias causadas por el arduo trabajo, los largos viajes, tiempo lejos de la familia y la presión a la que se ven sometidos. La recuperación física y el sueño son factores sumamente importantes no solo para el rendimiento, sino también para el bienestar.
En la competición deportiva, al igual que en el rendimiento ejecutivo, se generan niveles de activación limitantes, y debemos conseguir que esos niveles de activación sean lo más óptimos posible, esta será una de las claves para mejorar y mantener el rendimiento en cualquier tipo de actividad. La ansiedad es un sistema de alerta natural del organismo y en cualquier demanda será necesario mantener unos buenos niveles de activación para mejorar la ejecución. Si no se consigue este adecuado equilibrio, la ansiedad puede afectar a los procesos fisiológicos y cognitivos hasta deteriorar la ejecución. Es decir, perder la concentración y la activación óptima.

Continuamente hay que enfrentarse a circunstancias bajo una tremenda presión, por eso es tan importante actuar de la mejor manera posible bajo una gran presión con grandes consecuencias, desarrollar habilidades para momentos críticos en el rendimiento, capacitar y preparar de una manera óptima y personalizada, adaptando los distintos procesos a las exigencias del momento y las necesidades de la persona, esto es de suma importancia para alcanzar el máximo rendimiento o la excelencia ejecutiva.
Bajo presión no podemos controlar muchas de las variables del exterior, pero si se pueden aceptar y controlar lo que ocurre en nuestro interior, como nos queremos sentir y qué queremos hacer. Nos preocupamos por circunstancias externas a nosotros, aunque no hayan sucedido aún y que posiblemente no vayan a suceder, por poder sufrir, enfadarnos, tener miedo, no cumplir objetivos, etc… Aunque eso no nos ocurre, nosotros hacemos que ocurra en nuestro interior. A nuestro alrededor siempre hay circunstancias que no nos gustan, o gente que hace cosas que no nos gustan, pero esto no tiene que tener el control, tenemos que tener el control de lo que sucede dentro de nosotros.
Se requiere el autocontrol de una serie de estados fisiológicos, cognitivos y emocionales para el máximo rendimiento y bienestar. A pesar de que el autocontrol de estos estados es más natural para algunas personas, la supervisión de los cambios del cerebro y del sistema nervioso autónomo durante los estados de alto desempeño ofrece una oportunidad para identificar y promover estos estados específicos de la formación del cerebro y el sistema nervioso para entrar en esos estados específicos. Aquí es donde el Biofeedback puede desempeñar un papel importante, por un lado, ayudando a la promoción de los estados óptimos de atención y concentración y, por otro lado, mediante la reducción de la ansiedad, la charla negativa del uno mismo, la ira y la activación innecesaria.
J. M.