Gestión de lo Inesperado cuando se acercan las vacaciones

Finales de Julio, un calor sofocante, las ganas de vacaciones y el cansancio se suman por momentos. Miras tu agenda y te quedan sólo un par de reuniones más, sientes como tu cerebro se va relajando, pero al mismo tiempo lucha por mantenerse al 100%, porque sabe, que en una de esas reuniones te juegas mucho.

El día D, te despiertas con pocas ganas, otro madrugón más…, ¡pero ya queda poco! te duchas y te empiezas a imaginar cómo será ese hotel maravilloso en el que estarás en breve, ese tinto de verano fresquito, las siestas, mientras se te cruzan pensamientos como, “¿Le di a Juan la última versión de la presentación de hoy antes de irme ayer del trabajo?”, “No he ido nunca a estas oficinas, ¿llegaré a tiempo?, tengo que mirarlo en el GPS…” y al mismo tiempo sales de la ducha con el suelo mojado, te afeitas y te tomas el café.

Tus amigos, con los que iras de viaje, ya te están mandando mensajes sobre lo bien que lo pasaréis y en unísono, revisas el email por si hay algún último cambio en la agenda del día. Te pones a contestar a tus amigos y sin darte cuenta, se te hace tarde.

Coges todos tus bártulos y te metes velozmente en el coche con una medio sonrisa, pensando en lo poco que te queda. Mientras conduces, cruzas los pensamientos del repaso de la presentación con el listado de cosas de tu maleta. Finalmente, llegas al lugar de la reunión, sorprendido por lo rápido que se te ha pasado y sin recordar muy bien cómo has llegado hasta allí, pero no importa, lo importante es que has llegado a tiempo y que Juan está por llegar con la presentación.inesperado

Tres minutos antes de entrar, Juan te manda un mensaje, que le ha parado la Guardia Civil y que no llegará a tiempo. En ese momento, te entran los sudores, se te cruzan mil pensamientos “no me lo puedo creer, para un día que no traigo yo la presentación”, “con lo cansado que estoy y encima ahora hacerlo solo”, “y las ganas que tengo de que termine rápido e irme de vacaciones” “nos jugamos un contrato que nos salva el resto del año” “cómo hago yo ahora esto, y si meto la pata en las cifras” y así miles de pensamientos.

Normalmente, cuando he vivido situaciones como ésta en las que he tenido que gestionar lo inesperado, me invade una sensación casi instantánea de miedo e inseguridad, con unos tintes de “que mala suerte” y pereza.

Todo esto, es una respuesta normal del cerebro, puesto que sabe que tendrá que esforzarse más para salvar esta situación y además asumir la responsabilidad de lo que pase. Ambas cosas cuestan energía y eso al cerebro no le gusta, así que sutilmente te lleva a un bucle, casi inconsciente de cabreo, resentimiento y miedo donde al final el culpable es el pobre Juan y la Guardia Civil.

Cuando algo así te ocurra, párate y tómate unos segundos para respirar profundo, oxigena tu cerebro, toma conciencia de la situación y redirige tu pensamiento hacia la búsqueda de alternativas para después poder identificar soluciones. Si tomas conciencia, tu estado emocional se mantendrá estable y por lo tanto tendrás mayor claridad para solucionar la situación.

¡Te deseo un feliz verano!

NA

This Post Has One Comment

Comments are closed.