Sistema de recompensa cerebral & Evaluación del Riesgo

Cuando me paro a pensar cómo funciona el cerebro, en muchas ocasiones me quedo bloqueada. Disponemos actualmente de muchísima información sobre cómo el cerebro se gestiona y decide qué es importante y qué no lo es, pero hay una premisa de la que parto que es sencilla y muy fácil de entender, el cerebro está diseñado para sobrevivir.

Esa supervivencia está muy presente en muchos mecanismos de nuestro cuerpo y normalmente actúan de forma automática, pero ¿qué ocurre si nos vemos expuestos a un peligro que nuestro cerebro debe evaluar?

El sistema de recompensa cerebral podemos definirlo de forma muy simplista, como el conjunto de mecanismos que actúan generando una relación entre una experiencia y una sensación de placer.

riesgo

Así, y puesto que aquello que nos gusta, tendemos a repetirlo para volver a vivir esa sensación de placer, cuando nos toca evaluar una situación de riesgo, si esa situación activa el sistema de recompensa cerebral, nos resultará tremendamente complicado poder evaluar dicho riesgo de forma adecuada, es decir acercándonos al nivel de riesgo que existe en la realidad, porque dicho placer nos dejará “ciegos”.

Esa ceguera cerebral, hace que a la hora de tomar decisiones, seamos incapaces de identificar riesgos en aquello que nos gusta hacer, cayendo así en una espiral de malas decisiones que muy probablemente nos lleve a cometer errores. Uno de los mayores peligros que puedes encontrar en estas situaciones, es que si decides exponerte al riesgo y por circunstancias varias el resultado es positivo, reforzarás tu sistema de recompensa cerebral con una nueva experiencia placentera que distorsionará más aun tu capacidad de percepción del riesgo, la próxima vez que tengas que evaluarlo.

En definitiva, el peso de este sistema en la evaluación de riesgos es grande y la falta de conciencia sobre este proceso, nos hace estar cada vez más ciegos, así que te animo a dejar de automatizar los procesos de evaluación cuando tengas que exponerte a una situación de riesgo y trabaja tu conciencia sobre el cómo puede influir el placer que te reporta esa acción al nivel de riesgo que asumes a hacerla. Aquí te dejo pensado…

¡Que tengas buena semana!

N.A.