Falta de atención, adiós vacaciones

¡Vacaciones! Maravillosa situación que llega en esta época de año, deseada, esperada, buscada y casi siempre, repito, casi siempre disfrutada.

El trabajo de consultor, requiere continuos desplazamientos, trenes, aviones, coches de alquiler. Da igual el medio de transporte, el cambio de lugar de trabajo es un de los elementos estables del día a día de esta profesión. Uno llega incluso, a sentirse como un experto en esto de organizar y gestionar hoteles, billetes, alquileres y demás. Llega a tal punto, que tu familia y amigos ya te delegan este tipo de tareas, esperando sacar partido a esa destreza adquirida a base de la repetición de tareas, básicas, pero donde la falta de atención no se puede permitir.

Imagina por un momento, llegar al aeropuerto, con tiempo por supuesto, habiendo revisado visualmente el billete unas veinte veces antes del día de la salida, haber compartido verbalmente los detalles del vuelo con tus compañeros de viaje, y en el momento de sacar la tarjeta de embarque, aun habiendo hecho ese trámite infinidad de veces, sale un error en la app que te lleva a tener que preguntar al personal de la compañía, la razón por la que te has presentado el tiempo reglamentario antes de la salida, en el aeropuerto, pero sin la tarjeta de embarque. Imaginar la cara que uno pone cuando esa persona te dice “ ¡Claro señorita!, no puede sacar la tarjeta porque su vuelo salió ayer”.

¿Qué te ocurre en ese momento? Lo primero, negación. ¡No puede ser! Piensas que debe de haber un error, o una explicación racional que ceda la responsabilidad al auxiliar que ha mirado en el ordenador, a la compañía, al programa informático, a las teorías de la conspiración, lo que sea necesario, menos aceptar el pensamiento de “¿En serio, después de haber tomado cientos de aviones a lo largo de mi vida, de haber mirado el billete y de conocer los precursores de error humano, he perdido el vuelo?” Pues sí, lo perdí, muy a mi pesar, lo perdí.

Necesité unos minutos para recomponer qué había ocurrido y tras analizar la situación pasados unos días, claramente vi la sucesión de errores que me llevaron a quedarme en tierra, y sin mis vacaciones soñadas.

Al sacar el billete por internet, estaba cenando al tiempo que lo compraba, por lo tanto, en multitarea, con mi atención dividida. Además,  estaba pensando ¡me voy de vacaciones! Así que mi estado emocional en ese momento era de gran excitación. Antes de finalizar el proceso de compra, por supuesto, corroboré que los datos eran correctos, leí en voz alta “El vuelo sale el próximo treinta de junio a las doce” y me preguntaron si me refería a la mañana o a la noche, a lo que confirmé que se refería a la noche. En los días sucesivos, cada vez que hablaba del vuelo decía “Salimos el próximo treinta de junio sobre las doce”, incluso abrí la confirmación de la compra para verlo, pero no fui específica en mi comunicación y tuve una falta de atención al detalle, ya que el vuelo salía a las 00:05 del 30 de junio, por lo que, para el común de los mortales, eso es la noche del día 29 no del 30.

Así que, mi falta de atención, mi sobreactivación emocional, mi exceso de confianza, mi comunicación poco específica, hicieron el caldo de cultivo perfecto para quedarme en tierra y sentirme… en fin, estúpida se queda corto.

Así que, por favor, observa, revisa, comprueba, comparte, especifica y, sobre todo, ¡disfruta de tus vacaciones!

N.A.

This Post Has One Comment

  1. Tanto a mi como a una persona que conozco nos ha pasado el año pasado…
    No creo que sea falta de atención, sobreactivación emocional, exceso de confianza. Quizá más comunicación poco específica. Hemos aprendido a decir las horas mal o nos hemos mal acostumbrado (como en otras muchas cosas de la vida), de la misma manera que la gente dice «badén» (refiriéndose a «resalto» en la carreta)
    Si dijéramos «el día 29 a las 00:00» es más probable que pensemos en el 28 por la noche, que si dijéramos «el días 29 a las doce de la noche».

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