¿Has pensado alguna vez como sería tu vida sin vivir situaciones de peligro? ¿Te consideras capaz de gestionar cada situación de riesgo que vives?
El riesgo está latente en nuestras vidas y nos acompaña día a día, hasta en la época más esperada y anhelada del año, las vacaciones de verano.
La playa es el recurso más frecuente para estas fechas, pero, ¿Que podría pasarnos bajo nuestra inmensa sombrilla, respirando la apacible brisa marina?
Hoy quiero hablaros desde mi experiencia personal, este año he decidido pasar mi tiempo libre en la costa, relajarme frente al mar y desconectar la frenética vida en la capital.
Disfrutamos de las playas y el mar en toda su grandeza, nos transmite paz, calma y la placentera sensación de flotar libremente. Nos olvidamos por completo de los problemas y no pensamos ni por un momento, lo que esta fuerza tan poderosa de la naturaleza podría hacer con nosotros.
La naturaleza es mágica para las personas, pero también peligrosa e impredecible, una simple ola o corriente de mayor intensidad, podría arrastrarnos en cuestión de segundos, sin nosotros poder evitarlo.
Por ello, debemos ser conscientes de los riesgos que nos rodean y a los que nos enfrentamos, a fin de poder percibirlos y anticiparnos a las consecuencias. Un riesgo real, percibido correctamente es más fácil de evitar, la predisposición de las personas cambia y el sentimiento de miedo (regulado), nos convierte en seres previsores y preparados.
En un mundo ideal, las personas deberíamos conocer los riesgos a fin de equilibrar la percepción que tenemos de ellos, con el nivel de riesgo real y así tomar las medidas necesarias que disminuirán la posibilidad de error humano.
Como el mar, nuestro entorno es cambiante, poderoso e impredecible, no siempre podremos evitar el riesgo y no siempre tendremos todo bajo control, pero si algo podemos controlar es a nosotros mismos.
Las decisiones tomadas por el individuo buscan siempre maximizar el beneficio y minimizar las pérdidas, por lo que el conocimiento necesario en seguridad y la capacidad de gestionar todo lo que ocurre a nuestro alrededor debe ser trabajada y entrenada correctamente para reducir el fallo y esquivar el error.
Estés en la playa, en la montaña o en el sitio más tranquilo y seguro que puedas imaginar, la gestión del contexto, de tus emociones, de los riesgos, de lo inesperado y la gestión de la seguridad, forma un todo que mejorará tu capacidad de decisión, ya sea en situaciones de alarma o haciendo surf en Tarifa.
A.E
Puedes ampliar tu visión de gestión del riesgo en nuestro anterior post. ¡Aquí!