¿Razón o intuición?

Desde pequeños, nos enseñan a tomar las decisiones de forma racional, “Piénsate bien lo que vas a hacer…” “¿Has analizado los pros y los contras de tu decisión?”, habrás oído estas frases en multitud de ocasiones y te habrás visto con un lápiz y papel a la hora de tener que tomar grandes decisiones, como, por ejemplo, comprar una casa, un coche o decidir si aceptas un trabajo o no.

Bueno, pues resulta que nuestro cerebro actúa más por libre de lo que Pro-concreemos, y toma numerosas decisiones por nosotros a lo largo del día y de nuestra vida, basándose en heurísticos mentales que nos ayudan a decidir de forma instintiva e inconsciente. Esto evidentemente, da un pelín de miedo puesto que parece que perdemos un poco el control sobre nuestras propias decisiones, por ello nos empeñamos en basarnos en dos grandes premisas a la hora de decidir: más información es siempre mejor y más opciones es siempre mejor, ¿te suenan?

La creencia de que más es siempre mejor, nos aporta una cierta sensación de seguridad y te hace creer que toda decisión es consciente y ha pasado por un proceso de valoración racional, así si cuando aciertas en tu elección te sientes bien porque has sabido analizar las opciones de forma adecuada y cuando fallas, algún elemento circunstancial externo que ha escapado de tu análisis ha actuado en tu contra.

Pues te animo a que incorpores como parte de tus creencias la de menos, en algunas ocasiones, es más. Existe una cierta escala de información o alternativas en las que conviene una cantidad menor. Esto no significa de siempre menos signifique más. Y te preguntarás, ¿en qué momentos esta creencia es acertada? Pues normalmente funciona, cuando tomamos decisiones basándonos en reacciones instintivas en las que existen reglas generales que extraen un escaso número de datos de un entorno futuro y complejo.

Te pongo un par de ejemplos. Cuando te dan a la elegir entre un conjunto de opciones en las que tu conocimiento es limitado, pero trata de un tema complejo, por ejemplo, un menú en un restaurante sofisticado, tu cerebro usará la heurística del reconocimiento para identificar aquel plato que puede reconocer y que tenga algún tipo de experiencia previa, para decidir qué pedirá para comer. De igual forma y basándonos en el mismo principio, contestaríamos a una pregunta del típico concurso “Atrapa un millón”.

Por todo esto, aunque un cierto análisis racional, normalmente acompaña a cualquier toma de decisiones, recuerda que hay muchas de ellas que tomas sin ser consciente de ello.